QuehayCuba

Tuesday, September 16, 2008

Destrucción y solidaridad sin precedentes



Los cubanos se felicitan por haber sobrevivido dos peligrosos huracanes gracias a la previsión del gobierno y su programa de evacuación masiva, considerado un gran éxito.

Sin embargo, nadie salió ileso de una u otra manera. Más de un millón de personas perdieron sus casas junto con las pertenencias y recuerdos familiares , en tanto los más de 11 millones de habitantes ven sus sueños de cambio y mejor vida pospuestos.

Según reportes oficiales, solo siete personas perdieron la vida en estos eventos meteorológicos llamados Gustav y Ike, aunque a causa de actos negligentes.

Más de medio millón de hogares han sido destruidos en menos de dos semanas. Pero si se añaden las secuelas del huracán Michelle en 2001, entonces el conteo total de viviendas afectadas por eventos de este tipo alcanza el millón, equivalente al 29 por ciento de toda la planta habitacional del país, de acuerdo a Victor Ramirez, presidente del Instituto Nacional de la Vivienda, citado por el diario Granma.

Mientras el primer ciclón categoría 3 en la escala Saffir-Simpson de 5 arrasaba por tierra a Pinar del Rio, una larga caravana de camiones se dirigía con los primeros materiales de construcción y alimentos, a socorrer los damnificados de esa provincia occidental.

Nadie pudo imaginar que 72 horas más tarde sufrirían un golpe aún más devastador.

Las pérdidas personales, más valiosas espiritualmente que en dinero, quedaron por debajo de las pérdidas para la economía del país. La agricultura, base de la alimentación del pueblo, plantas industriales, así como viales fueron destruidos de oriente a occidente, al paso del huracán Ike.

El diario Granma reportó la devastación de campos de plátanos, arroz, yuca o mandioca, maíz, y ni qué decir de los de caña de azúcar. Granjas avícolas arrasadas junto a cientos de miles de aves, el techado de más de cinco mil casas de tabaco, cubiertas de huertos protegidos, jardines comunitarios y almacenes de todo tipo, sobre todo de alimentos.

Un alza en el precio de la gasolina y el petróleo fue aprobado aún cuando Ike barría la geografía insular. Esa medida inmediatamente repercutió en las tarifas de los taxis privados y pronto se extenderá a los precios en los mercados de productos agrícolas, cuando los medios de transporte vean subir sus costos operativos.

El gobierno ha previsto cierta caída en los servicios de salud y educación debido a los daños sufridos por las estructuras de hospitales, policlínicas y escuelas. No obstante, las escuelas reanudaron las clases el 15 de septiembre en todo el país, aunque muchos alumnos cuyas escuelas fueron destruidas tuvieron que ser transferidos a otros centros educacionales o a espacios habilitados para dar clases.

Muchos edificios públicos e instituciones han sido advertidos que deben redoblar las medidas de ahorro energético mediante el recorte de horas laborales y la no utilización de equipos de climatización en aquellas oficinas con ventanas a la calle. Incluso se estimula trabajar desde sus casas a aquellos cuyos puestos así lo permitan.

Los servicios de electricidad y abastecimiento de agua también sufrieron grandes roturas. Sin embargo, hasta el 15 de septiembre más del 96 por ciento de los residentes en La Habana recibían electricidad, Granma y Santiago de Cuba estaba al 99 por ciento, mientras Pinar del Rio y la Isla de la Juventud, priorizadas en la restauración de esos servicios estabab al 55 y el 67 por ciento respectivamente.

La peor situación, sin embargo, se presenta en Las Tunas, Camaguey y Holguín que a esa fecha tenían cubierto solo la tercera parte de sus consumidores de electricidad.

El abasto de agua fue restaurado en muchos casos, tan pronto como las estaciones de bombeo tuvieron electricidad, pero en algunos casos se vio interrumpido debido a la turbidez de las aguas que hacían imposible su entrega a la población.

De más de 200 presas, 87 estaban aliviando debido a las fuertes lluvias. Aunque el incremento en el agua almacenada era beneficioso, también ocasionó que ríos como los que rodean a la ciudad de Matanzas y Guane en Pinar del Río, las cortaran del resto del país en los primeros días.

Un total de 96 torres de comunicaciones colapsaron, incluyendo cinco de televisión. Veintisiete localidades estaban incomunicadas y en lenta recuperación mientras otras 26 estaban aisladas pero con la perspectiva de una más pronta solución mediante teléfonos satelitales.

De las siete personas fallecidas, dos se electrocutaron mientras intentaban bajar del techo de su casa una antena de televisión, otras dos abandonaron los albergues donde estaban protegidos, una salió de la casa de un vecino en la noche para caer en un río crecido, mientras otras dos se negaron a evacuarse y cayeron aplastadas por el derrumbe de sus viviendas.

Según cifras oficiales, un total de 160,000 voluntarios y más de 2,800 miembros de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior participaron en el rescate y evacuación de 2.7 millones de cubanos, de los cuales 2.1 fueron acogidos en casas de familiares y amigos y el resto fue a los albergues acondicionados por el gobierno.

Las maniobras anuales "Bastión" fueron pospuestas para el próximo año debido a la participación de los cuerpos armados en las tareas de recuperación, lo que da a los analistas la dimensión de los daños ocasionados por los huracanes.

Actos de solidaridad y conducta humanitaria se ven por doquier en estos difíciles días. En Pinar del Río, en una localidad donde solo tres casas quedaron en pie, estas brindaron refugio a todas las demás familias que perdieron sus casas.

Ayuda ha empezado a fluir desde fuera y dentro del país. Parroquias en La Habana, por ejemplo, llevaron por sus propios medios ropa y alimentos directamente a los damnificados de las áreas más golpeadas de Pinar del Río. Publicaciones en Estados Unidos promueven el envío de donaciones, aunque su gobierno se niega a poner de lado sus diferencias con La Habana.

Vuelos entran uno tras otro, con ayuda de Rusia, Venezuela, China, Vietnam, Colombia, Brasil, Ecuador, pero también desde países que son más débiles económicamente que Cuba como Honduras y Timor Leste.

La solidaridad de Cuba con naciones en desastre está siendo reconocida, su desinterés, reciprocado.

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